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Lengua General

Cuenta el cronista José de Acosta que «aunque en todo el gran imperio de los Ingas, que se extiende desde Quito en la línea equinoccial hasta la dilatada provincia de Chile por casi cuarenta grados, se usa la lengua general [quechua], introducida por el rey Guaynacapa, sin embargo hay naciones innumerables de indios fuera de este imperio, y aun las mismas que están dentro de él no la tienen por tan familiar que sea usada indiferentemente por el vulgo». Ante esta situación multilingüe los misioneros europeos deciden abordar la evangelización sirviéndose no de todas hablas locales, sino solamente de un puñado de lenguas -digamos francas– cuyo uso era más general, aunque no por igual en todo el imperio. A estas lenguas clave para los misioneros se refieren repetidamente los documentos como lenguas generales. Las dos más importantes lenguas generales fueron el quechua y el aymara/aimara, por ese orden. Otras lenguas hoy desaparecidas, como el puquina o el mochica, recibieron igual tratamiento. El Tercer Concilio Limense sancionó el uso de las lenguas generales en la expansión del catolicismo e impulsó directamente la producción de materiales catequéticos escritos en ellas. El uso de las lenguas generales fue la norma seguida en la Colonia española hasta 1770.