En realidad, si nos movemos en español, la respuesta a la pregunta de cuál variante es preferible (aimara o aymara) a la hora de escribir el nombre de la lengua, nos la proporciona el Diccionario Panhispánico de Dudas: aimara es la forma normativa en español moderno.
En efecto, la grafía aymara, aun siendo una forma plenamente atestiguada desde los primeros textos coloniales que empiezan a usar de ella, evidencia una manera de escribir los diptongos acabados en i que –en el español de nuestros días– ha desaparecido en el interior de la palabra y solo sobrevive en los diptongos que la rematan (p.ej. ley, carey y hay pero aceite, reina y caiga). En este sentido, la grafía aymara constituye un arcaísmo, como lo son aceyte, reyna y cayga, formas todas que tuvieron plena vigencia en el pasado.
Ahora bien, la utilización de la variante arcaizante está lejos de constituir unicamente un uso desinformado o atribuible a inercias. Todo lo contrario, como bien advierte Cerrón Palomino, su empleo –principalmente en Bolivia– tiende a adquirir tintes reivindicativos.1,2 De hecho –recordemos la defensa mexicana de la x frente a la j en la palabra México– no es la primera vez que la vindicación de un arcaísmo ortográfico bebe de las aguas de la afirmación identitaria.3
A la luz de lo anteriormente dicho, con pleno conocimiento de causa, en este espacio, se preferirá y usará la grafía aymara por razones pragmáticas antes que doctrinales, pero sin renegar de estas últimas. Quiero decir con esto que es necesario para el administrador de un blog tener en cuenta las variables tecnológicas que pueden impulsar o restringir la difusión de sus contenidos por la red. Entendido esto, se asume que un pivote principal sobre el que gira la penetración de un espacio como este son los motores de indexación y las palabras de búsqueda que se utilizan en dichos motores. Es un hecho que se busca más por aymara que por aimara y los respectivos pesos de estas dos variantes en los textos presentes en la red demuestran que los generadores de contenido lo han entendido así. De manera que, aunque desde aquí se está por la forma moderna aimara, se empleará no obstante la forma alternativa por ser esta más popular en la red y, consecuentemente, un vector más efectivo de llegada a los lectores.
Por otro lado el que escribe quisiera señalar que tampoco encuentra anatema el uso ideológico de la forma arcaizante, sino perfectamente legítimo (ya se mencionó la querencia nacionalista hacia la grafía arcaica del topónimo México), de manera que no ha de realizar esfuerzo alguno para contemplar esta variante como plenamente viable y, en cuanto símbolo, digna de todo respeto.
Notas
- 1 (Cerrón Palomino, 2008: p. 21, nota 3 )
- 2 Una mera coincidencia con la ortografía oficial de la lengua, según la cual sí resulta correcto escribir aymara en el propio idioma amerindio, sin duda ha contribuido a impulsar su aura de uso identitario y genuino.
- 3 Asimismo también se da el caso inverso en que la destrucción de una ortografía antigua, como es el caso del topónimo Cuzco (finalmente sustutuido por Cusco), se ha asumido en el Perú como símbolo de una reivindicación nacionalista.
Bibliografía
- Cerrón Palomino, R. (2008) Voces del Ande. Ensayos sobre onomástica andina. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
2 respuestas a «aimara» y «aymara»