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Alasitas es Aymara

Por
Marina Ari

26/03/2004

Alasitas es aymara

Marina Ari M.

Puno, región Aymara del Perú; es marzo y tímidamente se tienden los puestos de venta de las miniaturas para dar la bienvenida al diablillo de la abundancia, Alasitas ha llegado. Brasil; con ninguna influencia Aymara, algunas de las santeras del candombe han incorporado ya al Ekeko a su ritualidad y los ofrecen por Internet.
Zona sur en la ciudad de La Paz; la Q'aritud come-Qulla despliega su propia Alasitas en el pretencioso barrio de San Miguel para pedirle más abundancia al Ekeko. Santa Cruz; departamento donde opera el sector de mayor violencia contra los Indígenas, la inmigración Qulla se atreve a hacer su Alasitas sin temor al Ku Klux Kamba mientras el Ekeko se ríe de quien le quiera poner límites.

Que tendremos estos Aymaras que aunque los criollos bolivianos nos detestan tanto, cuando se trata de hablar de cultura, se meten con lo nuestro y quieren apropiarla?. Está muy bien que celebren nuestra cultura, y cuando lo hagan recuerden lo que significa aquello que conmemoramos los Aymaras.

Recordando a Tupak y Bartolina

Llevados por la codicia los españoles asaltaron tierras buscando riquezas para consolar su rapacidad, Gonzalo Pizarro llegó al río Chuquiyapu que significa sementera de oro a inicios de los 1500 y ya en 1536 probaron el valor de los abuelos Aymaras cuando éstos se levantaron y dieron muerte a los invasores. Pizarro tuvo que entrar nuevamente armado hasta los dientes, provocando una violenta masacre entre los levantados, posteriormente su propio padre el masacrador Francisco Pizarro se hizo de las minas auríferas Aymaras de Chuquiago. En 1548, un 20 de octubre, el usurpador Alonso de Mendoza llega a Laja y se apropia del Chuquiago Qulla que ya había sido trabajado y habitado por los Aymaras, a este acto de despojo los criollos le llaman "fundación de la ciudad de La Paz", que fundación? Si ya habían incluso residencias Aymaras como el Tambo del mallku Kirkicha (hoy tambo Quirquincho).

Días después los españoles se asientan en el Choquiyapu "por su prestigio de la época incásica, como núcleo demográfico de Confederación de Ayllus..." (Salinas 1948:72), en realidad prefieren establecerse cerca de los ríos Qullas plenos de oro. Estos asaltantes, llegan a una tierra rica bañada de ríos como el Chuquiyapu y el Orkojawira cuyas aguas estaban llenas de oro y en sus playas se encontraban fácilmente cuarzos auríferos (Que luego españoles y blancoides destruyeron). En esta segunda "fundación de La Paz", en realidad usurpación- que se realiza el 23 de octubre de 1548 se celebra una misa a la cual acuden los Aymaras de la zona portando "idolillos" y miniaturas. Durante la conmemoración anual de esta fiesta, se repite el mismo comportamiento, posteriormente según versión de Cáceres, se producen "actos licenciosos" por lo cual los españoles prohíben la fiesta

Corría el año 1781, cuando los padres de estos criollos que han venido gobernando Bolivia, plantearon que no sólo bastaba con esclavizar a los Aymaras (y otros hermanos Indígenas) y robarles sus tierras con personas adentro inclusive, tampoco bastaba el trabajo gratuito de sus víctimas, ni las violaciones a mujeres y niñas, tampoco los abusos, torturas ni la "cacería de indios" por diversión, ni los tributos en producto y especie bastaban ya, el aniquilamiento era la finalidad. Ahí se levanta la pareja Aymara cuyo recuerdo, españoles y criollos buscaron borrar de la faz de la tierra, Tupac Katari y Bartolina Sisa. Sin más armas que sus q'urawas fueron los precursores en las luchas libertarias e independentistas de América como lo reconoce el investigador americano Thomson. El sobresaliente Apu Mallku Katari, junto a la Mama T'alla Bartolina Sisa hicieron que los invasores tuvieran que comerse sus maletas, sus perros y ratas callejeras, en más de cien días de encierro periodo en el cual no pudieron saquear los alimentos producidos por los trabajadores agrarios Aymaras y por lo tanto dejaron sus huesos en la "tumba de tiranos".

Los españoles y criollos en el cerco tenían esclavas indígenas y afrodescendientes encerrados con ellos en la ciudad. Sin embargo los profundos lazos de fraternidad y solidaridad entre Aymaras, hacían posible que las esclavas Aymaras pudieran conseguir algunos alimentos de sus hermanos sublevados. Cultura profundamente simbólica estas mujeres Aymaras portaban con ellas imágenes del supay en miniatura. El supay además de ser un personaje peligroso que puede provocar el robo del alma, la muerte o la locura es también un símbolo de abundancia, prodigalidad y riqueza, es por eso que se acudía a este simbolismo. Además, no se olvide que en la filosofía Aymara no existe ese maniqueísmo europeo donde no existen más que dos polos contradictorios, (lo bueno contra lo malo, el hombre contra la mujer, el blanco contra todos los demás...etc.) que están en oposición que debe desarrollarse hasta que un polo extermine, acabe, o domine al otro, más bien se busca la armonía de fuerzas. En la filosofía Aymara el supay no es el irredento Satán occidental, sino una fuerza que puede dar mal y asimismo bien. Finalmente el único demonio del que se debe desconfiar totalmente y estar seguros de que nunca cumplirá su palabra y que está dispuesto a cualquier maldad, traición y no tiene más valor que el oro es el blanco y su entenado, el blancoide.

Durante el "Cerco de la Paz, los españoles invasores y criollos serviles se habían reunido en varias ocasiones en el templo principal de Chuquiago a invocar a su virgen -una imagen de que el rey español Felipe II había enviado a sus conquistadores-, es por eso que después de vencido el "Cerco de La Paz", el asesino español Sebastián Segurola estableció una fiesta el 24 de enero dedicada a la estatua de la virgen de La Paz.

Dentro de la incansable resistencia Aymara, nuestros antepasados trastocaron la fiesta a la deidad europea de los masacradores en una fiesta que aprovecha el edicto de Segurola para conmemorar la sublevación pionera y libertaria Sisa-Katarista y en vez de adorar a la estatua de los invasores impusieron los símbolos andinos liderizados por el supay (demonio Aymara). Usando la temible picardía Aymara, hicieron por primera vez, la imagen de este diablo con las características del obeso, mofletudo y corto de extremidades, el masacrador Sebastián de Segurola y Machain.

Este supay Aymara que desde el siglo XVII se ha quedado con rasgos hispanos ha ido mestizándose cada vez más, igual nos advierte que podemos esperar de él abundancia o/y que también que nos robe el alma. Nos obliga a quedar en paz con los seres del Alaxpacha pero también con los seres del Mankapacha. Ya en carnaval los despediremos con wayños.

Así que, ¡Jallalla Alasitas! En el que celebramos al estilo Aymara nuestra religiosidad Qulla y que nos recuerda la insurgencia de Katari y Sisa, quienes de forma preclara señalaron a generaciones futuras de Aymaras (en fraternidad con otros pueblos Indígenas) el camino de reivindicación de una nación India que viene resistiendo hasta hoy el odio, la discriminación y el etnocidio.

Bibliografía usada:

Ari Marina. Bartolina Sisa la Generala Aymara. Ed. Amuyañataki. La Paz, Bolivia: 2003

Bedregal de Conitzer, Yolanda. Fiesta de Alacitas. En: Fiestas Populares de Bolivia. Antonio Paredes Candia. Tomo I. La Paz, Bolivia: 1976.

Cáceres Terceros, Fernando. Adaptación y cambio cultural en la feria de Alasitas. Ciudad Arqueo. Cochabamba, Bolivia: 2002

Díaz Villamil, Antonio Leyendas de mi Tierra, Ed. Urquizo, S.A., La Paz, 1989.

Santa Cruz, Víctor. El folklore paceño. Tradiciones y supersticiones Indígenas. En: La Paz en su IV Centenario. Edición del Comité Pro IV Centenario de la Fundación de La Paz. La Paz, Bolivia: 1948.

Ortiz Rescaniere, Alejandro. El demonio Andino. S/E. Lima, Perú: S/D.

Paredes, Rigoberto Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bolivia. Imp. Atenea, La Paz, 1936.

Ponce, Carlos Tunupa y Ekako. Ediciones Burillo. La Paz, Bolivia: 1969.

Salinas, José María. La Paz durante el coloniaje. Fundación de la ciudad. En: La Paz en su IV Centenario. Edición del Comité Pro IV Centenario de la Fundación de La Paz. La Paz, Bolivia: 1948

Thomson, Sinclair. We alone Hill rule. Native Andean politics in the age of insurgency. Ed. University of Wisconsin Press. USA: 2002

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